¿ERES, O TE PARECES?
Una mujer que había orado mucho pidiendo por años que Dios alcanzara a su esposo grosero y machista, dijo una vez después que su esposo entregó su vida a Cristo: “El Señor me ha dado otro esposo. El mismo; ¡pero otro!”.
¿Qué quería decir esta mujer? Que Dios había transformado el hombre violento e insensible en un esposo piadoso. No cambió el cuerpo físico, pero era otra persona transformada.
Cuando Dios hace un cambio en ti fácilmente deben notarlo las personas que están a tu alrededor y que más te conocen, porque algo significativo pasa en ti. Algo pasa cuando entregas tu corazón a Cristo. Cuando vas a un retiro y eres parte de un grupo pequeño en tu Casa de Paz.
Las personas notarán tu transformación, verán que ya no usas los mismos chistes de doble sentido. Que ya no te gusta tanto el chisme, que ya no te gusta robar materiales del trabajo, que te gusta ir a la iglesia, y se preguntarán, “¿Qué le pasa a éste? ¿Será el mismo?”.
Cuando alguien trate de desanimarte en tu fe en Cristo o en tu servicio a tu iglesia, también puedes decir: “yo sólo sé que antes estaba ciego espiritualmente y que Cristo me cambió y ahora tengo visión y propósito en la vida”. Podrás decir, “Sí, soy yo…. pero mejorado en Cristo”.
Piénsalo:
¿Qué dicen las personas a tu derredor acerca de ti? ¿Cuáles son los atributos que te hacen sobresalir?
¿Cuáles cosas estás haciendo para mantener tu transformación? o ¿Qué estás practicando para progresar cambios en tu vida?