VENCE EL EGOÍSMO
El egoísmo siempre quiere más, siempre quiere satisfacción a corto plazo, quiere comer más, dormir más y pecar más. El resultado del egoísmo es que se pierde el poder sobrenatural de Dios y hace que nos convirtamos en personas vacías, llenas de costumbres, pero con falta de milagros, sanidades y liberaciones.
Hubo una ocasión donde los discípulos discutían sobre quién sería el mayor. El egoísmo y orgullo en los discípulos estaba peleando por sobresalir y ser el mejor. Pero Jesús les enseñó que, si querían ser los mayores, debían de ser como los niños.
Luego les dijo: «Todo el que recibe de mi parte a un niño pequeño como este, me recibe a mí; y todo el que me recibe a mí, también recibe al Padre, quien me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante». Lucas 9:48 NTV
A veces en la vida hacemos lo mismo con los demás, discutimos o peleamos sobre quién en más importante, quién es mejor, quién tiene más dinero, más estudio, más belleza, incluso más cercanía con los jefes, líderes o pastores, y eso no le agrada a Dios.
Cada uno de nosotros estamos donde estamos, tenemos lo que tenemos y somos quienes somos por la gracia del Señor. Nadie es mayor ni menor que otro, todos tenemos el mismo valor y todos tenemos un llamado especial e importante. Sin embargo, si nos convertimos en gente egoísta, podemos perderlo todo, porque el orgullo nos aleja de Dios y nos hace caer.
Si queremos ser grandes, sigamos sirviendo con un corazón humilde, porque servirle a Dios es la forma más pura de mostrarle nuestro agradecimiento y amor por Él y Su iglesia.
Piénsalo:
¿Cuáles señales de egoísmo has mostrado últimamente?
¿Qué motivos en tu corazón te impulsan a ser exitoso y a servirle a Dios?