Site icon Pastor Guillermo Jiménez

Cuidado con la impaciencia

CUIDADO CON LA IMPACIENCIA

“Después de esto, la palabra del Señor vino a Abram en una visión: No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa  Pero Abram le respondió: ―Señor y Dios, ¿para qué vas a darme algo, si aún sigo sin tener hijos, y el heredero de mis bienes será Eliezer de Damasco?  Como no me has dado ningún hijo, mi herencia la recibirá uno de mis criados.  ― ¡No! Ese hombre no ha de ser tu heredero —le contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo.  Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: ―Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!  Abram creyó al Señor, y el Señor se lo reconoció como justicia” (Génesis 15:1-6 NVI).

Se nos habla de Abraham y Sara, Abraham el padre de la fe, a la edad de 75 años recibe una promesa de Dios, su descendencia sería tan grande como las estrellas del cielo… Abraham le creyó al Señor. Su esposa Sara tenía 65 años en ese momento, por lo tanto, ella era considerada estéril, y Abraham de 75 años ya estaba muy débil para soñar en tener un hijo. Sin embargo, Dios se lo prometió y Abraham le creyó al Señor, tomó su palabra y la guardó en su corazón.

Abraham creyó en la promesa, el creyó que Sara le daría un hijo sin importar la edad, pero al igual que nosotros hay un pequeño detalle que afecta grandemente nuestra fe: el tiempo. Dios le dijo que le daría un hijo, pero no le dijo cuándo, no le explicó cuánto tiempo faltaba para que esa promesa se hiciera realidad. Diez años después de la promesa, la fe de Abraham, el gran padre de la fe, flaqueo y su corazón y el de Sara se llenaron de impaciencia, ya tenían 85 años y su hijo aún no había nacido, así que decidieron darle una ” ayudadita a Dios”.

“Saray, la esposa de Abram, no le había dado hijos. Pero, como tenía una esclava egipcia llamada Agar, Abram tuvo relaciones con Agar, y ella concibió un hijo. Al darse cuenta Agar de que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. Agar le dio a Abram un hijo, a quien Abram llamó Ismael.  Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael” (Génesis 16:1, 4; 15 -16 NVI).

Abraham efectivamente tuvo un hijo, pero no era el hijo de la promesa, no era el tiempo de Dios, ni era el camino del Señor, ese hijo no trajo alegría a la casa de Abraham, sino tristeza, Sara se sintió menospreciada, en lugar de alegría ese hijo trajo dolor. Esto pasa muchas veces cuando a nosotros llega la impaciencia y nos atrevemos a ayudarle a Dios, para recibir más rápido la respuesta, y al final los resultados nos traen dolor y sufrimiento.

No te adelantes en los planes del Señor. Él sabe lo que está haciendo contigo y en tu vida, si Él te prometió algo, Él lo va a conceder en su debido tiempo, pero mantente paciente. La mayoría de las veces, se requiere paciencia para recibir las promesas grandes. Las cosas buenas toman tiempo.

“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!” (Salmos 46:10 NVI).

Piénsalo:

¿Le estás tratando de ayudar a Dios en alguna promesa?
¿Por qué necesitas esperar en el Señor y no adelantarte?

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