Site icon Pastor Guillermo Jiménez

El descanso del perdón

EL DESCANSO DEL PERDÓN

“¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado!” (Salmo 32:1 NTV).

Hay muy pocas cosas que te pueden agotar tanto como el vivir con un sentimiento de culpabilidad. Lo cierto es que no podemos volver atrás y reparar nuestro pasado. Ahora sólo podemos pensar y actuar correctamente y forjar un mejor futuro. Desafortunadamente muchas veces la culpa de algo en nuestro pasado no nos permite ser productivos ni felices en nuestro presente.

En efecto, la culpabilidad daña tu estado de ánimo, tu actitud hacia otros, daña tu salud cuando tratas de “ahogar” en fiestas o alcohol el sentimiento de culpa que te consume por dentro. Muchas veces la culpa hace a las personas depresivas, iracundas, e infelices.

Por lo tanto, David menciona algunos aspectos sobre el perdón.

1.El perdón regresa la alegría. Algo pasa en tu mente y en tus emociones cuando aprendes a recibir el perdón. Eres liberado de sentimientos negativos que te esclavizaban.

“¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado!” (Salmo 32:1 NTV).

2. El perdón borra el saldo que debías en tu cuenta. Dios no te está apuntando con un dedo amenazante diciendo “me las debes chiquito, espera que te vea”. Tampoco está mandando una carta notarizada con la amenaza de que tienes cinco días para pagar por todo lo malo que hiciste en tu pasado. Cristo ya pagó nuestra deuda espiritual.

La Biblia dice:

“Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia!” (Salmo 32:2 NTV).

3. El obstáculo del perdón. El problema es que los seres humanos a veces somos orgullosos, obstinados y tratamos de justificarnos, y eso nos hace sentir miserables.

“Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día.  Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano” (Salmo 32:3-4 NTV).

4. La confesión es la sencilla solución.

“Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa.  Me dije: Le confesaré mis rebeliones al Señor, ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció” (Salmo 32:5 NTV0.

No te compliques la vida por cargar un yugo que ya no te corresponde. En Cristo Jesús no hay vergüenza, no hay culpa, y no hay dolor. Simplemente acepta la redención que está en la cruz del Calvario. ¡Eres libre!

Piénsalo:

¿Qué peso del pasado has estado cargando?
¿Qué necesitas confesar para al fin vivir en paz? Dios no te condena.

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