Aunque este versículo se refiere al pueblo Israelita, creo que hoy también podemos aplicarlo a la gente en general.
Las personas a veces nos olvidamos de darle crédito a Dios por lo que somos o por lo que tenemos. Tomamos a la ligera el hecho de que somos tan bendecidos, tenemos salud, vivimos en casa cómoda y tenemos más comida de lo que podemos comer, somos más ricos que el noventa por ciento de los habitantes en el mundo, vamos a un templo hermoso y tenemos una familia espiritual sin que un gobierno ateísta nos encarcele porque hacemos reuniones en nuestras Casas de Paz.
Te invito a que en este día agradezcamos a Dios por las pequeñas cosas que a veces pasamos por alto. Para por un momento, siéntate o híncate a meditar por unos minutos, mira a tu derredor las personas preciosas y cosas que a veces pasan desapercibidas porque se han convertido en parte del panorama y de la rutina diaria. Da gracias. Pon a Dios primero.
Lo que soy, Dios me hizo; lo que tengo, Dios me lo dio; donde estoy Dios me trajo, y a donde voy, es Dios quien me lleva. Mantén los pies sobre la tierra y dale el crédito al Señor de señores y Rey de reyes.
Piénsalo:
¿Por qué crees que es importante darle el crédito a Dios?
¿Cómo te ayuda a ti recordar quien merece todo el crédito?