La madurez espiritual

LA MADUREZ ESPIRITUAL

“Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en Cristo. Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados” (1 Corintios 3:1-2 NTV).

¿Por qué Pablo le decía a la gente de la ciudad de Corinto que no podía hablarles como personas espiritualmente maduras, que les tenía que alimentar como bebés? Los tenía que tratar como niños porque ellos todavía actuaban como niños.

¿Cuáles eran las pruebas de que eran espiritualmente inmaduros? Mira lo que dice la Biblia:

“Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en Cristo…. porque todavía estaban bajo el control de su naturaleza pecaminosa…”(1 Corintios 3:1, 3 NTV).

Entonces, ¿cuáles son algunas indicaciones de que todavía actuamos bajo nuestra naturaleza carnal e impulsos pecaminosos? Voy a permitir que el apóstol Pablo nos explique, leamos juntos:

“Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21 NVI).

Ahora, ¿cuáles son las actitudes contrarias a los impulsos carnales?La Palabra nos las describe de la siguiente manera:

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas”(Gálatas 5:22-23 NVI).

La madurez espiritual es notable en nosotros cuando nuestras palabras y acciones muestran el fruto del Espíritu Santo. Es fácil perder el dominio propio y rendirnos a nuestra naturaleza pecaminosa, pero sólo los que tienen un carácter maduro pueden transmitir el fruto del Espíritu.

Recuerda, no transmitimos lo que decimos, sino lo que somos. Cuando tu eres un líder maduro, no te tienes que esforzar para que la gente se inspire y hagan que las cosas sucedan en el ministerio, el trabajo, o en el hogar. ¿Sabes por qué? Porque tu madurez y carácter se transmiten solitos.

Muchas veces nos cansamos por no ver el fruto en nuestro ministerio o empresa, pero la clave está en primero cosechar el fruto de la madurez y el carácter para ver la diferencia en aquello que nosotros lideramos. Aunque para el Padre Celestial siempre serás Su hijito, Él desea que madurez para que te pueda confiar más.

“Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en Cristo. Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados” (1 Corintios 3:1-2 NTV).

Piénsalo:

¿Qué tanta madurez consideras que tienes?
¿Cuáles cosas te han querido descontrolar a fin de quedarte como un niño espiritual?