Los placeres pasajeros

LOS PLACERES PASAJEROS

“Me dije: Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida!; pero descubrí que eso también carecía de sentido” (Eclesiastés 2:1 NTV).

¿A qué placeres se refería Salomón? La Palabra nos confirma que debajo del sol no hay nada nuevo, por lo tanto, las mismas luchas, los mismos placeres pasajeros siguen existiendo en la tierra.  Hoy te quiero compartir algunos de los placeres pasajeros que menciona Salomón en el libro de Eclesiastés. Veamos:

1. El materialismo.

“También traté de encontrar sentido a la vida edificándome enormes mansiones y plantando hermosos viñedos. Hice jardines y parques, y los llené con toda clase de árboles frutales” (Eclesiastés 2:4-5 NTV).

No tiene nada de malo tener una mansión, hermosos viñedos, jardines y parques fructíferos, esto es una bendición. Lo malo está en buscar la felicidad y la seguridad en estas cosas. Muchas personas han tenido mansiones y posesiones valiosas, sin embargo, todo eso no les ha dado sentido a sus vidas. El sentido de la vida se encuentra cuando estamos en el propósito de Dios para nuestras vidas.

2. Las riquezas.

“Junté grandes cantidades de plata y de oro, el tesoro de muchos reyes y provincias. Contraté cantores estupendos, tanto hombres como mujeres, y tuve muchas concubinas hermosas. ¡Tuve todo lo que un hombre puede desear!” (Eclesiastés 2:8 NTV)
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Aquí vemos que Salomón tuvo riquezas, tesoros, músicos, y hasta mujeres bellas, tuvo todo lo que un hombre quisiera tener. De todas maneras, él entendió que, aunque lo tenía todo, todo era pasajero así que no tenía sentido aferrarse a ello. Muchos buscan sentido en tener todo lo que sus corazones desean y cuando lo logran se dan cuenta que todavía no están satisfechos.

3. El poder.

“De modo que me hice más poderoso que todos los que vivieron en Jerusalén antes que yo, y mi sabiduría nunca me falló. Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer…” (Eclesiastés 2:9-10 NTV).

El rey Salomón era el hombre más poderoso y el más sabio que vivió en Jerusalén. Tuvo el poder para acceder todo lo que él deseaba y jamás se negó ningún placer. Pero aun así vio que no tenía sentido tener todo el poder del mundo, más bien él comparó todo esto al viento.

La Biblia dice, “pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido; era como perseguir el viento” (Eclesiastés 2:11 NTV).

El único placer que puede saciar nuestros seres para siempre es la presencia de Dios. En Él encontramos la felicidad, la llenura y la satisfacción que tanto anhelamos. Lo único que traerá sentido a tu vida es vivir por alguien que es eterno y siempre fiel, y ese es Dios.

“Me dije: Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida!; pero descubrí que eso también carecía de sentido” (Eclesiastés 2:1 NTV).

Piénsalo:

¿Con cuáles placeres pasajeros has tratado de llenar tu alma?
¿Tiene sentido dar tu vida por algo que no es eterno?