TUS DECISIONES
A Dios no le afectan las decisiones que cada uno de nosotros tomemos. A Él no se le “viene el mundo encima” cuando decidimos salirnos de su propósito.
En primer lugar, tomemos en cuenta que cada decisión que tomamos nos afectará para bien o para mal a nosotros mismos. No podemos echarle la culpa a nadie de las consecuencias que sufrimos a veces por nuestra falta de sabiduría, nuestra necedad, nuestra rebeldía o por no querer ser enseñables.
En segundo lugar, lo más triste es que no sólo nosotros somos afectados, sino que muchas personas en nuestro derredor también. Tus acciones son como un efecto dominó que influye a los demás para bien o para mal.
En tercer lugar, lo bueno de todo esto, es que, también cuando decidimos ser sabios, obedientes, enseñables, maduros, íntegros y mantenernos en el propósito de Dios para nuestra vida, también no sólo nosotros mismos somos bendecidos, sino que por nuestra obediencia muchas personas en nuestro entorno serán bendecidas también.
Tus decisiones son poderosas e impactan tu presente y tu futuro de manera extraordinaria. Pero de vuelta te digo, tus decisiones te afectan a ti a los que te rodean, no a Dios. Cuando el Señor te aconseja a hacer algo, hazlo, es para tu beneficio, no el de Él.
Te animo a que en este día tomes decisiones sabias con el consejo de Dios. Recuerda que tus decisiones te afectan a ti, a tus seres queridos y a todo mundo que te rodea. No tomes decisiones a la ligera, tómate tu tiempo y has las cosas bien.
Piénsalo:
¿Qué decisión necesitas tomar?
¿Qué tipo de efecto quieres que tengan tus decisiones?
