DE NIÑO A HOMBRE
En la vida del ser humano en general, existen diferentes etapas de crecimiento y desarrollo: niñez, juventud, edad adulta y vejez. Unas personas se desarrollan más rápido que otras, pero lo cierto es que debemos anhelar no quedarnos en una etapa inicial, sino avanzar hacia nuestro propósito.
Lo mismo sucede en nuestra vida en Cristo. Cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador, nos arrepentimos y pedimos perdón por nuestros pecados, dejamos de ser creación para convertirnos en hijos de Dios.
En esa etapa todos podríamos llamarnos niños espirituales, de la clase de niños que el apóstol Pablo describe en el versículo inicial.
En nuestro inicio la palabra de Dios es, en ocasiones, tan nueva, que no logramos entenderla y es cuando necesitamos ayuda de los miembros de la congregación para comprenderla y así alimentarnos espiritualmente, tal como si a un bebé le dieran de comer.
Es también una de las etapas más peligrosas, ya que los nuevos creyentes pueden regresar al alcohol, drogas y otros vicios cuando enfrentan problemas. Como todo niño, se mueven por emociones y circunstancias y se enojan fácilmente de modo que si escuchan algo en la iglesia que no les agrada, se sienten ofendidos y se alejan de Dios.
Pero como dice el apóstol Pablo… “más cuando fui hombre, dejé lo que era de niño”. De modo que lo más natural es que avancemos en nuestro crecimiento y lleguemos a ser adultos espirituales, sin embargo, hay creyentes que aún con años en sus congregaciones, siguen estando en la primera etapa.
Es ahí donde te exhorto a que, si todavía eres un niño espiritual, avances en tu desarrollo y seas fortalecido en tu fe para que las trampas del enemigo no te hagan caer, sino que tu testimonio sea una luz de bendición para la vida de los nuevos creyentes.
Los seres humanos, cristianos y no cristianos, vamos a pasar por los mismo problemas financieros, familiares y laborales, si no somos fuertes en la fe, nos pueden destruir, pero si estamos fortalecidos en nuestra madurez espiritual, esos mismos problemas nos pueden edificar.
Piénsalo:
¿En qué etapa piensas que estás en tu desarrollo espiritual?
¿Qué puedes hacer hoy para pasar al siguiente nivel en tu crecimiento espiritual?