DE VASIJA EN VASIJA
Yo no tomo vino ni soy conocedor de vinos, pero al parecer, el vino que está quieto y no es vaciado de recipiente en recipiente (vasija, cántaro, barril), mantiene su mismo sabor y su mismo olor.
El vino representa nuestra vida y la persona reposada es aquella que no ha sufrido cambios en su forma de ser ni de pensar. Es la gente quieta, reposada, que no logra nada significativo, que no se atreve a salir de su vasija original (su comodidad).
Por otro lado, están los que han sufrido en la vida, siendo vaciados de vasija en vasija. Cada vasija representa un problema o reto grande en la vida. Estas personas cambian cada que se levantan de una crisis y se convierten en mejores personas.
Al igual que el sabor y olor del vino cambia al ser vaciado de recipiente en recipiente, así también el sabor de las personas cambia cuando han superado problema tras problema en la vida. Su “sabor y olor” es diferente, son más compasivos, saben la humildad, comprenden el dolor de otros, huelen al amor de Dios. Su sabor no es amargo como el de un vino rancio, porque cuando han sufrido decepciones, traiciones y dolores, no se han amargado, sino que se han mejorado.
Los que han sido vaciados de vasija en vasija en la vida y no se desaniman, son los que han rehusado quejarse por el dolor y quedarse “reposados y cómodos” y han logrado entender que para los que aman a Dios todas las cosas obran para bien (Romanos 8:28).
Piénsalo:
¿A qué estás oliendo en este día?
¿Qué de bueno le puedes sacar a los retos que estás enfrentando?