Site icon Pastor Guillermo Jiménez

Dios y las personas

DIOS Y LAS PERSONAS

“Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con alegría, porque han participado en el evangelio desde el primer día hasta ahora” (Filipenses 1:3-5 NVI).

Mientras estábamos en nuestro sabático con Pastora Dinora, vimos como las personas se afanaban por las cosas temporales de la vida; vimos como en el corredero, se les olvida que Dios les ha dado los recursos temporales para que avancen lo eterno.

Cuando llegamos a un hotel, conocimos a un hombre llamado Tony que nos ayudó con nuestras maletas. Yo sentí de parte de Dios que él tenía un dolor en su cuerpo o alguna enfermedad. Le pregunte, “¿Tiene usted dolor en su cuerpo o alguna enfermedad?”.

Y me respondió, “Sí, fíjese que me duele la espalda y la columna”. Yo le dije, “Si usted me da unos dos minutos, yo se lo puedo arreglar”—“¿Es usted un quiropráctico?”—me preguntó. “Algo así, mire tome asiento,” le respondí.

Después, comencé a orar por él, y para la honra y la gloria de Dios, se le emparejaron las piernas y el dolor desapareció. Tony estaba tan sorprendido que empezó a sudar y a ponerse rojo. Durante el tiempo que yo y Pastora Dinora nos quedamos en ese hotel, no lo volvimos a ver.

Sin embargo, justo el día que estábamos a punto de irnos a nuestro próximo vuelo, y cuando estaba a punto de poner mi pie en el taxi y cerrar la puerta, escuché una voz de lejos llamando mi nombre, y ¿quién crees que era? Tony.

Me dijo, “¿Cree que me pudiera ayudar a rezar por mi hermana? Es que tuvo una complicación con su embarazo y ahora está en coma en el hospital”. Cuando escuché lo que me había pedido Tony, mi corazón se llenó de compasión por él y su hermana.

Siento que Dios sopló vida en mi cuando me dio la oportunidad de poder orar por un milagro en la vida de su hermana. ¿Sabes por qué? Porque yo sé que sé que para esto Dios me ha llamado. Dinora y yo somos pescadores de almas, y cada vez que tenemos la oportunidad de bendecir a alguien, lo hacemos con mucha alegría y satisfacción.

En ese momento que Tony me pidió que rezara por su hermana, yo con mucho gusto le ayudé a orar por ella antes de irme al aeropuerto. Te cuento este testimonio, para que recuerdes que, todo lo que hacemos en la vida se trata de Dios y las personas. ¡Para esto vivimos!

“Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes, siempre oro con alegría, porque han participado en el evangelio desde el primer día hasta ahora” (Filipenses 1:3-5 NVI).

Piénsalo:
¿A quién puedes bendecir en este día?
¿Por quién puedes orar en este día?
¿A quién puedes invitar a tu Casa de Paz esta semana?

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