El costo de las distracciones

EL COSTO DE LAS DISTRACCIONES

“Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca” (Apocalipsis 3:16 NVI).

Muchas veces, como no nos damos cuenta de que estamos siendo distraídos, perdemos mucho en la vida, perdemos tiempo, años, dinero, fuerza y en otras veces las pérdidas son más graves. Algunos pierden su familia, su matrimonio o su relación con sus hijos.

El costo de las distracciones es mucho. Nuestro tiempo en la tierra es muy corto y muy valioso para perderlo en cosas o situaciones que no valen la pena. Cuando pierdes el enfoque te conviertes en un vagabundo que no sabe para donde va. Y tu naciste sólo para existir, tu naciste para cumplir con un propósito divino.

Las distracciones te atrasan en tu progreso. Quizás pudieras estar en otra etapa de tu vida, pero como no has sabido discernir las distracciones, has tenido que pagar el costo. Probablemente, te has propuesto lograr una meta como empezar una empresa, graduarte de la universidad, perder de peso, pagar tus deudas o abrir una Casa de Paz. Sin embargo, aún no lo has hecho.

No puedes dar fruto en tu vida espiritual, familiar, social o financiera. No puedes cumplir tus metas porque te falta disciplina. Te falta compromiso, por ende, Dios no cuenta contigo porque estás tibio. Hay palabras de profecía que no han venido a su cumplimiento porque no hay obediencia de tu parte.

La clave para discernir las distracciones es volver tu corazón hacia tu Creador, hacia tu propósito original. Mientras vamos caminando por la vida, experimentamos un montón de cosas, somos influenciados a pensar que nuestro propósito es cumplir con alguna carrera, alcanzar una posición o cumplir un sueño personal, pero tu propósito sólo lo puedes descubrir en Dios.

En este día antes de seguir con lo próximo que tienes que hacer en tu agenda, clarifica tu propósito en la oración y la lectura de la Biblia. Recuerda que todo lo que hacemos es para el beneficio de Dios y las personas. Cuando estés convencido de tu propósito, y ya no estés tibio, entonces serás imparable y bendecido.

“Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca” (Apocalipsis 3:16 NVI).

Piénsalo:
¿Estás caliente, frio o tibio en tu propósito?
¿Qué necesitas hacer para intensificar tu enfoque en Dios y las personas—tu propósito?