LAS QUEJAS SON RESULTADO DE LA TERQUEDAD
» Pero no, mi pueblo no quiso escuchar; Israel no quiso que estuviera cerca. Así que dejé que siguiera sus tercos deseos y que viviera según sus propias ideas”. (Salmos 81:11-12 NTV).
Dios nos habla y nos dice lo que nos conviene hacer para que nos vaya bien en la vida. Él nos describe los planes de bien y de prosperidad que tiene para nosotros y luego nos da los pasos a seguir para lograrlos, pero nosotros somos los que decidimos confiar en sus instrucciones o no, tú y yo tenemos la libertad de obedecer o de no hacerlo.
Muchas veces la gente se queja de problemas que eran totalmente prevenibles, habían recibido advertencias al respecto, pero decidieron ignorar los consejos y pagar las consecuencias. No se vale quejarse en estos casos.
Por ejemplo, los padres le dicen a la muchacha: “no te cases todavía, primero termina tu escuela. No seas novia de ese hombre borracho, drogadicto, busca-pleitos que no le gusta trabajar”. Pero la mujer obsesionada decide ignorar los consejos de sus padres, aún los consejos de Dios, sigue sus tercos deseos y paga las duras consecuencias.
Es más fácil obedecer a Dios. No seamos tercos.}
Señor, no quiero ser terco, no me abandones a mis propias ideas. Quiero hacer tu voluntad. Muéstrame por dónde debo andar, porque en ti he confiado. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen espíritu me guíe a vivir con rectitud. (Paráfrasis de Salmos 143:8-10).
» Pero no, mi pueblo no quiso escuchar; Israel no quiso que estuviera cerca. Así que dejé que siguiera sus tercos deseos, y que viviera según sus propias ideas” (Salmos 81:11-12 NTV).
Piénsalo:
¿Qué consecuencias pagaste en el pasado por no obedecer a Dios? ¿Estás a punto de tomar una decisión crucial en tu vida? ¿Ya le pediste dirección a Dios? ¿Te ha hablado Dios a través de alguien para que hagas cambios y no has querido escuchar?