DEBES CONOCER TU IDENTIDAD CUANDO ORAS
Padre, glorifica tu nombre. Entonces habló una voz del cielo: Ya he glorificado mi nombre y lo haré otra vez. (Juan 12:28 NTV)
Que importante es tener identidad de hijo de Dios. Nuestra identidad no la define una raza, un color, un idioma, una nación, una denominación.
Jesús habló con Dios como hijo, comenzó a orar diciendo “Padre”.
Jesús tenía autoridad y poder en su voz al orar, porque sabía que era hijo de Dios; aunque otra gente dudaba. Él tenía bien clara su identidad.
Entonces Jesús les dijo: «La voz fue para beneficio de ustedes, no mío. (Juan 12:30 NTV)
Debemos conocer nuestra identidad al orar.
Debemos entender que el mundo espiritual gobierna sobre el mundo natural.
Cuando recién aceptamos a Cristo nuestra primera identidad es “creyente”, después hijo.
¿Por qué es importante la identidad cuando oramos?
- El saber quienes somos en Dios, determina que tan efectivas serán nuestras oraciones.
- Las personas que saben quienes son en el área de la oración, saben dar órdenes.
- Cuando Jesús hablaba, las personas notaban una autoridad en Su voz. Los vientos obedecían, los espíritus de los endemoniados salían, los enfermos sanaban.
- Hay algo en nuestra voz cuando hablamos como hijos y como sacerdotes.
Él ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios, su Padre. ¡A Él sea toda la gloria y el poder por siempre y para siempre! Amén. (Apocalipsis 1:6 NTV)
En el evangelismo somos testigos, pero en la oración somos hijos con el poder y la autoridad de nuestro Padre para cambiar las cosas.
- Si no sabemos quienes somos estamos desperdiciando nuestra oración.
- Si somos inseguros nuestras oraciones no pasarán del techo.
- El poder y la autoridad en la oración está ligada a la identidad.
- Jesús sabía quién era y por eso Sus palabras callaban tormentas, demonios, etc.
Oremos desde una identidad de hijos y sacerdotes. Oremos con la autoridad que Dios nos ha dado para que nuestras oraciones sean efectivas y poderosas.
Padre, glorifica tu nombre”. Entonces habló una voz del cielo: «Ya he glorificado mi nombre y lo haré otra vez». (Juan 12:28 NTV)
Piénsalo:
¿Qué oraciones sentías que no pasaban del techo? ¿Estabas orando como creyente o como hijo?
¿Qué necesitas para que tus oraciones sean efectivas?
¿De qué manera impactarán tus oraciones al acercarte a Dios como hijo?