Aunque clames a la distancia

AUNQUE CLAMES A LA DISTANCIA

«Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia, gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros!  Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra. (Lucas 17:11-14 NTV).

La lepra simboliza nuestro pecado, significa todo ese montón de cosas que batallamos en la carne, esos malos pensamientos, ira, resentimientos, amarguras, personas que lidian con adicciones, con alguna enfermedad, que lidian con violencia, etc.

La Ley en esos tiempos decía que las personas leprosas tenían que quedarse fuera de la Ciudad para que no contaminaran a la familia, a los vecinos, etc. Eran rechazados y de alguna manera discriminados, por eso cuando Jesús iba pasando, ellos se quedaron a la distancia; sin embargo, a la distancia ellos estaban gritando: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”, aunque estaban lejos tomaron una muy buena decisión, comenzaron a clamar, pidiendo compasión y misericordia.

No importa cómo nos encontremos en la vida, hay decisiones importantes que debemos de tomar, y una de las más importantes es clamar a Dios, y decirle: “Señor no soy digno de que me bendigas, como decía Pablo: “De los pecadores soy el primero, pero por favor ten compasión de mí” y el Señor cuando alguien clama, Dios escucha. El versículo 14 dice que Jesús hizo algo muy interesante: Él los miró. ¡Jesús los miró!

Qué lindo es saber que, aunque a veces nosotros nos sentimos lejos por la lepra de nuestro pecado, por nuestras fallas, nuestros errores, o porque sentimos que no merecemos el favor de Dios, pero cuando clamamos a Él, podemos estar seguros de que Dios va a voltear, y va a mirarnos, aunque haya una multitud.

Si tu clamas a Dios, Él te escuchará donde quiera que estés y te responderá.

«Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia, gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros!  Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra. (Lucas 17:11-14 NTV).

Piénsalo:

¿Te has sentido como si tuvieras lepra?
¿Qué necesitas que Dios haga en tu vida?
¿Cuándo tomarás la decisión de clamar a Dios para que intervenga en tu vida?