EL DOLOR ES TEMPORAL
Hay personas que ven los problemas como el final de sus vidas, pero el dolor no es para siempre, la enfermedad, la pobreza, las aflicciones en el matrimonio, con los hijos, no son para siempre. Si ponemos nuestra confianza en Dios, Él tarde o temprano se hará cargo de nuestros problemas.
Es una promesa de parte de Dios a nuestras vidas, que detrás de una tormenta hay un sol que brilla, que al terminar la aflicción viene una bendición que le dará la gloria a nuestro Dios, porque no se compara la crisis a la bendición que ha de manifestarse.
Es nuestra responsabilidad tomar la decisión correcta ante la crisis, es decir, yo decido si es el fin de mi vida o una oportunidad para ver la mano de Dios actuando en nosotros. Lo primero que debemos hacer es invitar a Jesús a que vaya en nuestra barca, porque si Él está en nuestra barca no se hundirá jamás.
Piénsalo:
¿Qué problema pensabas que no iba a cambiar?
¿En quién o qué pones tu confianza en medio de las crisis?
¿Has subido a Jesús a tu barca invitándole que entre a tu corazón?