EL QUEBRANTAMIENTO
Porque así dijo el alto y sublime, el que habita la santidad la eternidad, y cuyo nombre es el santo: Yo habito en la altura y la santidad y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isaías 57:15 RV60)
El quebrantamiento es el método que Dios usa para lidiar con nuestro ego y espíritu de independencia, para que venga la humillación a nuestra vida, y que podamos reconocer nuestro pecado delante de Él, confrontándonos a nosotros mismos con valentía hasta que digamos: “ya no vivo yo, más Cristo vive en mí”. (Gálatas 2:20).
Los viejos hábitos no se cambian fácilmente, pero aquí es donde entra la ayuda de Dios y al morir uno, entra la vida de Dios en nosotros.
Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. (2º Crónicas 7:14 NVI)
¿Cuál es el propósito del quebrantamiento?
- Cambiar algunas cosas de tu vida que obstaculizan que Dios te pueda bendecir, como manías, malos hábitos, malas palabras, malas decisiones, etc.
- Anular tus dones y habilidades para que dependas de su absoluta voluntad. Para obtener lo mejor de Dios, debemos de estar dispuestos a rendirnos completamente a Él.
- El Apóstol Pablo tuvo que ser humillado porque no entendía que Dios tenía un plan para él. En su encuentro con Dios quedó ciego y tuvo que ir en búsqueda de aquellos a quienes perseguía y odiaba, después de esa humillación fue conocido como uno de los grandes apóstoles del Señor. (Hechos 9:3-9)
- Llevarnos a obedecer a Dios: Ejemplo: como cuando se doma un caballo y se le pone freno, bozal, y se usa un látigo. Al principio es doloroso, pero cuando termina el proceso de amansarlo, al escuchar tu voz, inmediatamente se detiene y camina por donde tú quieres; eso mismo quiere Dios por medio del quebrantamiento.
- Enseñarte que te quiere usar a la manera de Él, sin recibir ninguna queja. Por lo regular, las personas son muy dadas a exigir o reclamar sus derechos, pero Jesús, aunque los tuvo, nunca se aferró a ellos, sino, vino obedeciendo al Padre y jamás se quejó.
Yo habito en la altura y la santidad y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isaías 57:15 RV60)
Piénsalo:
¿Tienes un espíritu de independencia o dependes de Dios?
¿Has sido quebrantado?
¿Has rendido tu vida a Dios?