Site icon Pastor Guillermo Jiménez

Solución ante la tibieza espiritual

SOLUCIÓN ANTE LA TIBIEZA ESPIRITUAL

 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! . Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. (Apoc. 3:15,17 RV60)

Cristo dice que ellos están correctos en su propia opinión, pero no ante Él. Ellos estaban conformes como eran, pero Dios les dice que están desnudos; ellos decían no necesitamos nada, pero Dios les dice que necesitan todo. Ciegos porque no pueden reconocer su miseria espiritual y su necesidad de Dios. Y así vemos en la actualidad matrimonios con un carro en la cochera de medio millón de dólares, pero sin paz en su hogar.

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN? SÉ CELOSO Y ARREPIÉNTETE.

1. Recibe los consejos. Ponerse ropas blancas a través del arrepentimiento diario y ungir nuestros ojos con colirio (la unción del Espíritu Santo para abrir los ojos del entendimiento espiritual).

Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. (Apoc. 3:18 RV60)

2. Arrepiéntete.

Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. (Apoc. 3:19 RV60)

3. Pon a Cristo en primer lugar en tu vida.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apoc. 3:20 RV60)

¿Cómo toca la puerta Jesús? A través de nuestros sufrimientos. Pocos vienen a Cristo con pasión cuando todo está bien, pero muchos cuando hay enfermedad, cuando las finanzas se acaban, el matrimonio se destruye, se pierde un hijo en las drogas es cuando tendemos por lo regular a buscarlo o estar más sensibles a su presencia. Él no vino a la tierra porque nos necesitaba; sino porque nosotros le necesitamos. ¿Qué pasa si no se abre la puerta? El sonido de la puerta se irá haciendo menos audible.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apoc. 3:20 RV60)

Piénsalo:

¿Qué te hace falta?
¿De qué tienes que arrepentirte para estar bien con Dios?
¿Ya le abriste la puerta de tu corazón a Jesús? ¿Qué estás esperando?

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