¿Quién era el burro?

¿QUIÉN ERA EL BURRO?

…la burra de Balaam vio al ángel del Señor de pie en el camino, con una espada desenvainada en su mano. La burra se apartó del camino y se desbocó hacia un campo, pero Balaam la golpeó y la obligó a regresar al camino. (Núm. 22:23 NTV)

No llegues al punto donde una burra que tiene que hablar.

Muchas veces los seres humanos no entendemos la voluntad de Dios para nuestra vida o no queremos hacer lo que Dios nos pide, y entonces terminamos en problemas con otras personas y hasta con la mascota de la casa.

El ángel de Dios se apareció para darle instrucciones a un hombre llamado Balaam, pero éste estaba tan cegado por su propia terquedad, que no se percataba del ángel que se le cruzó para decirle que no siguiera adelante por ese camino. Lo curioso es que su burra si veía al ángel y por eso no quería caminar.

¿Te suenan familiares algunas de estas frases?

 “No te conviene noviar con ese hombre holgazán”. “No dejes de estudiar”. “No abandones tu trabajo sólo por capricho”. “No compres ese carro a crédito”. “No te endeudes con las tarjetas de crédito”. “No te juntes con tales amistades”, etc.

Generalmente las personas tercas cometen más de un error. Son desobedientes y obstinados. La Biblia dice que Balaam peleó con su burra y la golpeó hasta tres veces

Cuando la burra vio al ángel del Señor, trató de pasar, pero aplastó el pie de Balaam contra la pared. Así que Balaam la golpeó de nuevo. Entonces el ángel del Señor se adelantó y se plantó en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar del todo.  Esta vez cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo con Balaam encima. Entonces Balaam, furioso, volvió a golpear al animal con su vara. (Núm. 22:25-27 NTV)

 Después de estas tres veces finalmente la burra habló para ver si así entendía este hombre.

Así que el Señor le dio a la burra la capacidad de hablar.

—¿Qué te he hecho para merecer que me pegues tres veces? —le preguntó a Balaam. (Núm. 22:28 NTV)

Es poco probable que una burra te vaya a hablar, pero de seguro que Dios te ha estado hablando de otras formas. No llegues al punto donde una burra te tiene que hablar.

Piénsalo:

¿Qué instrucciones de Dios has estado ignorando?

¿Cuántas veces te ha hablado Dios acerca de corregir alguna conducta?

¿Con quién has estado peleando en casa, en el trabajo o en la iglesia?