NINGUNO ESTABA EN CONDICIONES DE LIDERAR
Lo más importante no es lograr el éxito, sino que continúe después de que morimos.
No es tan impactante lograr algo grande, como lograr algo trascendental.
No es tan satisfactorio haber sido un buen líder, como el haber formado otros líderes que continúen la misión.
La visión de Dios es demasiado grande para un solo hombre o una sola generación.
La misión que Dios nos ha encargado necesita de varias generaciones y por eso, debemos preparar sucesores que continúen y puedan seguir liderando y gobernando.
Piénsalo:
¿De qué manera te estás asegurando de que la misión de Dios trascienda después de ti?
¿Te estás multiplicando en otros?
¿Estás preparando a tus hijos de tal manera que estén en condiciones de liderar?