HASTA QUE YA NO SE PODÍA HACER NADA
Muchas veces Dios nos está advirtiendo de las consecuencias que tendríamos los seres humanos si continuamos ciertas conductas, pero lo ignoramos.
Cuando insistimos en aferrarnos a nuestros malos hábitos llega un punto en que ya no se puede hacer nada.
Nos aferramos a nuestras viejas formas de pensar, debilidades de temperamento, y pensamientos destructivos; hasta llegar al punto donde se pierden familias, empleos, ministerios, privilegios y hasta la unción, como en el caso de Sansón.
Piénsalo:
¿Has ignorado las advertencias de Dios?
¿A qué malos hábitos o formas de pensar te has aferrado?
¿Qué has perdido a causa de eso?