CUANDO VIO EL CAMBIO DE ACTITUD
(2 Crónicas 12:7NTV)
Mi actitud determinará mi altitud.
Hace unos días andábamos en otro país donde “el servicio al cliente” no es muy común.
Llegamos a un restaurante donde nos iba a atender una muchacha con una pésima actitud, no sonreía, no devolvía respuesta cuando le decíamos gracias; y francamente tenía una cara de enfado y enojo, haciendo sentir a los clientes como que fueran un problema y no una bendición.
Amablemente decidimos salirnos antes de ordenar e ir a otro restaurante vecino. El mesero tenía una excelente actitud, sonriente, amable, el cual, cortésmente nos atendió.
Al final le dimos una excelente propina fuera de lo común, que posiblemente recordará por días, la cual estaba destinada para la mesera anterior, pero, ésta se la perdió por su pobre actitud.
Mi actitud determina mi éxito o mi fracaso.
La actitud nos puede dar aumentos de salario, o pérdidas de trabajo.
La actitud nos puede producir excelentes negocios, o nos puede hacer perder excelentes oportunidades.
Asimismo, mi actitud para con Dios me ayuda a aprovechar sus oportunidades o perderlas.
La humildad puede hacer cambiar la opinión de Dios a mi favor.
(2 Cró. 12:7NTV)
-Porque se ha humillado… (actitud)
-No lo destruiré… (protección)
-Le daré alivio… (bendiciones)
Piénsalo:
¿Cómo ha estado mi actitud últimamente?
¿Estoy perdiendo oportunidades, o ganando oportunidades?
¿Qué necesito cambiar en mí?