Luchemos con valor por nuestra ciudad

Luchemos con valor por nuestra ciudad

“¡Sé valiente! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios, y que se haga la voluntad del Señor.” 1 Crónicas 19:13 (NTV)

Dios nos llama a ser valientes y a luchar con propósito por la ciudad donde nos ha colocado. En nuestro caso, Las Vegas es la misión que Él nos ha asignado, un lugar donde hay necesidad de transformación espiritual, y donde aún hay muchas personas que no han conocido el amor y la gracia de Jesús. Nuestro llamado no es solo a enfrentar desafíos, sino a hacerlo con el carácter de Cristo.
Cómo luchar por nuestra ciudad:

  1. Luchar con pasión.
    • Debemos tener un fervor genuino por la misión que Dios nos ha dado. La pasión nos motiva a no rendirnos y a invertir nuestro tiempo, energía y recursos en el avance del Reino de Dios.
  2. Luchar con compasión.
    • Jesús tuvo compasión por las multitudes. De la misma manera, debemos mirar a nuestra ciudad con un corazón sensible, dispuestos a ayudar a los más necesitados y a mostrarles el amor de Dios.
  3. Luchar con amor.
    • El amor es el arma más poderosa que tenemos. Es a través del amor que podemos ganar corazones para Cristo y reflejar la esencia de nuestro Dios.
  4. Luchar con empatía.
    • Comprender las luchas de las personas en nuestra ciudad nos permite acercarnos a ellos con humildad y gracia, mostrando que nos importa su bienestar espiritual, emocional y físico.
  5. Luchar con visión.
    • No se trata solo del presente, sino de trabajar con la mirada puesta en el futuro que Dios quiere para nuestra ciudad: una comunidad transformada por su amor y poder.
“¡Sé valiente! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios, y que se haga la voluntad del Señor.” 1 Crónicas 19:13 (NTV)

Piénsalo:

  • ¿Qué pasos puedes tomar para ser un instrumento de cambio en tu ciudad?
  • ¿Qué área de tu vida necesitas fortalecer para luchar con más valor?
  • Dedica tiempo a orar por tu comunidad esta semana, pidiéndole a Dios una visión clara y un corazón lleno de compasión.