TU CORAZÓN NO ES UN BASURERO
Recientemente en la última semana tuve la oportunidad de platicar dos veces con una persona que tiene su corazón lleno de amargura, y sus conversaciones me dejaron desgastado mental y emocionalmente. Sus pláticas, inevitablemente, giran al derredor de su dolor, las injusticias que otra gente le han hecho, la felicidad que la vida le ha negado, lástima propia, enojo contra medio mundo, resentimiento con el esposo que se separó de ella, acusando a algunos de sus hijos de ser malos hijos, airada con otros familiares, antisocial con amenazas de aislarse de todos porque dice, “nadie me comprende”. ¿Sabe lo que es todo esto? Basura.
La Biblia dice:
A pesar de que aprecio mucho a esta persona, no deseo platicar más con ella, no quiero desgastarme tratando de convencer a alguien que no quiere cambiar, alguien enfermizo, de corazón contaminado, ¿Por qué? Porque no quiero que me contamine mi corazón. La amargura es contagiosa y no quiero que me la pase y me envenene a mí también.
La Biblia dice que:
“Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos” (Hebreos 12:15 NTV).
Hay muchas cosas aparte de la amargura de las cuales debemos cuidar nuestro corazón. Resentimiento, ira, depresión, tristeza crónica, egoísmo, lascivia, deseos de venganza, materialismo, etc.
El estado de tu corazón determina el estado de tu vida. No permitas que nadie tire basura en tu corazón. Pero también evalúa lo que tú tienes en tu corazón para que tampoco tires basura en otros, ni los envenenes.
Piénsalo:
¿Qué hay en tu corazón? Mira tus pláticas y lo sabrás.
¿Actúas y vives de la manera en la cual hablas?