El poder de la alabanza

EL PODER DE LA ALABANZA

 

“De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas!” (Hechos 16:26 NTV).

La Biblia relata que mientras Pablo y Silas cantaban himnos y declaraban lo poderoso que era Dios, “de repente hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos” (Hechos 16:26 NTV). ¿Qué significa “de repente”? Esto significa que el sacudimiento sucedió súbitamente, fue un movimiento e impulso inesperado de Dios.

Con esto en mente, quiero que entiendas algo. A través de la alabanza, Pablo y Silas provocaron un movimiento de Dios que sacudió los cimientos de la cárcel, es decir, su realidad en ese momento. Cuando tu alabas a Dios y declaras salud, fuerzas, lo opuesto de tu realidad, entonces eso es exactamente lo que se desata sobrenaturalmente.

¿Qué es lo que tu alabanza tiene el potencial de provocar?

1. Tu alabanza provoca el mover de Dios.
Cuando el Espíritu del Señor se movía sobre la superficie de la tierra, Él declaró orden, aunque no lo había, Él declaró luz, aunque no había, Él declaró fruto y fertilidad, a pesar de que la tierra estaba estancada y estéril. Por ende, esto es literalmente lo que pasó a través de sus palabras.

Nosotros también tenemos poder en nuestras bocas. Cuando cantas y proclamas las promesas y las grandezas de Dios, Él te responde con un amén y un sí, y de repente las proezas que estás declarando a través de tu alabanza se provocan en tu vida.

2. Tu alabanza trae libertad.
La Palabra de Dios dice:

“Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17 NTV).

La Biblia también dice que Dios:

“… habita entre las alabanzas de Israel (su pueblo)” (Salmo 22:3 RV60).

Cuando alabas a tu Padre Celestial como hijo, Su presencia cae y te hace libre, y porque cae Su presencia también caen las cadenas que te estaban atando o esclavizando, y súbitamente eres libre.

“De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas!” (Hechos 16:26 NTV).

Piénsalo:

¿De qué te has estado quejando últimamente? Comienza a declarar lo opuesto cuando alabas a Dios.
¿En cuál área de tu vida necesitas ser libre? ¿Cuáles cadenas necesitan caer súbitamente?