Llora, pero perdona

LLORA, PERO PERDONA

“David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios” (1 Samuel 30:6 NVI).

Hemos estado en un tiempo de restauración en la ciudad de Las Vegas. Las personas han estado en llanto, otros sienten enojo. Por eso hoy te quiero decir que llores si es necesario, pero también perdona.

La mayoría de las personas lloran porque se han dejado llenar de amargura, pero no lloran a fin de sacar la frustración y el dolor de la pérdida para que puedan sanar sus almas. Es muy importante que seamos personas que somos rápidas para perdonar a fin de cuidar nuestro corazón.

El perdón no es un sentimiento, simplemente es una decisión que todos necesitamos tomar todos los días para cuidar la salud de nuestra alma. Muchos piensan que el perdón, es decir, “Está bien te perdono, ya no siento dolor, ya no siento coraje contra ti, estamos en bien”.

Es un hecho que cuando alguien nos hace daño sentimos enojo, dolor, y ganas de que se nos haga justicia, pero estos sentimientos no nos deben parar de perdonar y soltar. Recuerda que en este mundo lamentablemente existe un ciclo de falta de perdón, y es por eso que muchos se dañan los unos a los otros porque no saben cómo perdonar.

Tu y yo somos los precursores que estamos rompiendo con este ciclo a través del perdón que hemos recibido en Cristo Jesús. No podemos dejar que el diablo cumpla su objetivo. El enemigo quiere que tengamos odio y enojo contra las personas que no son de nuestro color o nacionalidad, quiere que la Iglesia de Cristo viva en división, quiere que todo mundo se alborote y se destruyan el uno al otro.

No podemos dejar que las raíces de amargura nos roben la paz de Dios. Sin Dios no hay paz ni seguridad, pero si estamos con Él entonces si tendremos Su paz y Su protección.

Llora, pero perdona. El estado de tu corazón también determina el estado de nuestra ciudad. No le des entrada a la amargura, Dios no es el autor del mal, pero porque el mal existe en este mundo caído, por eso existe la amargura. Guardemos nuestros corazones y que el perdonar sea un estilo de vida.

“David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios” (1 Samuel 30:6 NVI).

Piénsalo:
¿Has dejado de llorar últimamente?
¿A quién necesitas perdonar para poder seguir adelante sin ninguna carga innecesaria?