Niégate a tí mismo

NIÉGATE A Tí MISMO

“Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño” (1 Corintios 13:11 NTV).

En la iglesia de hoy día hay cristianos con unción, pero sin carácter, son inmaduros y se dejan llevar por sus emociones. Es importante madurar para poder enfrentar los problemas de la vida y hacer que los problemas nos obren para bien y no para mal.

Las adversidades pueden construir nuestro carácter o pueden destruir nuestro carácter. Dos personas diferentes pueden enfrentar el mismo problema, pero a uno le puede construir, mientras al otro le puede destruir.

Es cierto que cuando aceptamos a Cristo nos convertimos en hijos de Dios, pero eso no quiere decir que la obra que Él comenzó en nosotros está perfeccionada. No, todavía necesitamos ser transformados en hijos maduros.

Lo que deseo comunicarte hoy es que ya no somos niños espirítales, seremos niños en la malicia, pero hay que ser hijos maduros espiritualmente. Existen algunos indicadores que predicen si una persona va a fracasar o va a tener éxito en su vida. Uno de estos indicadores tiene que ver con negarnos a nosotros mismos, en otras palabras, morir al “yo”.

Por ejemplo, el divorcio es algo tan desgarrador que parece que le sale sangre a uno del corazón, pero el inmaduro se va a la borrachera, deja de venir a la iglesia, se deprime, y busca llenar sus vacíos en otras mujeres, mientras el maduro de carácter persevera para salir adelante y demuestra una actitud positiva que venga lo que venga permanece firme.

La madurez de carácter predice quien superará la adversidad y quien se quedará derrotado en el suelo. Predice quien cumplirá el propósito de Dios en su vida o quien se quedará a la mitad y será mediocre.Si no maduramos en carácter, el diablo nos hará pedazos. Es tiempo de decidirnos a ya no querer el biberón y negarnos a nosotros mismos.

“Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño” (1 Corintios 13:11 NTV).

Piénsalo:

¿En qué necesitas negarte a ti mismo?
¿Cómo has estado actuando cuando enfrentas la adversidad?