TÚ CRECES CUANDO PERTENECES A LA FAMILIA DE DIOS
Nadie crece sin pertenecer a una familia. Tú no madurarás si eres un llanero solitario, si no eres parte de la familia de Dios.
Si tú quieres crecer espiritualmente debes recordar que un recién nacido no sobrevive si está solo y abandonado en un estacionamiento.
Un bebé no crecerá si no pertenece a una familia que cuide de él, que lo alimente, que lo eduque, que lo ayude a madurar mental y emocionalmente hasta que pueda valerse por sí mismo.
De igual forma los bebés espirituales necesitan la ayuda de la familia de Dios (la Iglesia) para sobrevivir, crecer, madurar, y ser productivos en la vida. La Biblia llama a esto ser discipulado.
Es en la Iglesia donde nos ayudamos unos a otros a madurar en nuestra fe, donde pasamos de niños espirituales a personas maduras que aprendemos a aplicar nuestra fe a la vida cotidiana en el matrimonio o en la escuela.
En la iglesia todos somos discípulos de alguien y todos somos mentores para alguien. Si realmente deseas crecer, entonces primero aceptas al Señor Jesús en tu corazón, después te bautizas, y luego te integras a todo el alimento que tú Iglesia (tu familia) ofrece como clases de discipulado y Casas de Paz.
Así crecemos saludablemente juntos en la familia de Dios.
Piénsalo:
- ¿Cuáles son los beneficios de pertenecer a una familia?
- ¿Es la Iglesia una familia para ti? ¿Cómo puedes apropiarte de los beneficios de pertenecer a la familia de Dios?