AGRADECIMIENTO ES CUESTIÓN DE ACTITUD
El que no tenía zapatos nuevos, dejó de quejarse cuando vio a otro que tenía hoyos en los zapatos. El que tenía hoyos dejó de murmurar cuando vio uno que no tenía zapatos. El que no tenía zapatos dejó de molestarse y comenzó a dar gracias cuando vio un joven ex soldado que no tenía pies porque pisó una mina en Irak que le cercenó las piernas.
La falta de contentamiento es resultado de poner nuestros ojos en lo que no tenemos, en lugar de poner nuestra atención en lo que si tenemos. La gente tiende a quejarse por todo lo que le falta y olvida dar gracias a Dios por todas las cosas que si tiene. Es una cuestión de actitud.
Tomemos un minuto cada día en nuestra ocupada rutina y pausemos para contemplar todas aquellas cosas que tenemos a nuestro derredor y que no las notamos porque simplemente se hacen “parte del panorama”.
Desarrollemos el hábito sincero de agradecer al Creador cada día por alguna bendición que quizás ya no la notas, da gracias por tu familia a quien tanto amas y te motiva a levantarte cada día; por tus niños que gritan tanto cuando tú quieres leer, hay quienes pagarían por tener un hijo aunque fuera ruidoso; por poder venir con libertad a un lugar que puedes llamar “tu iglesia” sin correr el riesgo de que te encarcele un gobierno comunista o ateo; por ese empleo al cual te diriges cada mañana cuando muchos salen a buscar uno; por poder salir de tu casa a hacer una diligencia mientras que otros tienen que dirigirse al hospital a ver al doctor o a algún ser querido que está enfermo; por estar viviendo días buenos y con la fe de que nuestros mejores años están por venir; por la bendición de poder llegar por la noche y decir lo que el salmista decía:
Piénsalo:
¿Tienes algo por qué agradecer a Dios o a alguien más el día de hoy?
Toma un tiempo para hacer una llamada, escribir una nota o realizar una acción para agradecer a tu esposo(a), hijo(a), amigo(a), patrón o alguien más.