Anima con tus recursos a la familia de Dios

ANIMA CON TUS RECURSOS A LA FAMILIA DE DIOS.

Llegaron cuatro hombres cargando a un paralítico en una camilla. Como no podían llevarlo hasta Jesús debido a la multitud, abrieron un agujero en el techo, encima de donde estaba Jesús. Luego bajaron al hombre en la camilla, justo delante de Jesús. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «Hijo mío, tus pecados son perdonados». Marcos. 2:3-5 NTV

¿Quién pagó por la reparación del techo?
¿Quién compró los bocadillos y el café para los invitados en la Casa de Paz dónde está predicando Jesús?

Tú puedes dar sin amar, pero no puedes amar sin dar.

Le puedes dar a Dios, pero también le puedes dar a quienes Dios ama: a las personas.

Cuando le das a Dios le estás diciendo: Señor te pongo en primer lugar en mi vida. Cuando inviertes en otras personas estás  diciendo: amo a tu familia Señor

Esta historia está llena de generosidad, alguien dio la casa para que hubiera una reunión, otro dio el café y el refrigerio, algún otro  ayudó a cuidar los niños y otra pagó la reparación del techo.

Tú amas aquello en lo que inviertes. Cuando le das tu dinero a Dios te acercas más a Él. Cuando les das tu dinero a otros te acercas más a esas personas.

Cuando tu abres tu Casa de Paz y compras el refrigerio para tu grupo, cuando le cuidas los niños a una persona para que pueda asistir a un retiro, cuando alguien está desanimado y lo invitas a comer y tú pagas la cuenta, cuando ayudas a comprar las medicinas de un hermano enfermo o la despensa de alguien que no tenía alimentos, etc. Estás amando a la familia de Dios.

Tú puedes darle tus diezmos a Dios cuando asistes a tu iglesia y eso te abre las ventanas de los cielos, pero también puedes dar a otros como un acto de amor y eso es invertir en el Reino de los Cielos.

Piénsalo:

¿Cómo inviertes en el tesoro del cielo?
¿Cómo puedes el día de hoy demostrar ánimo a la familia de Dios?