Llama a las cosas como Dios las llama

LLAMA LAS COSAS COMO DIOS LAS LLAMA

Raquel estaba a punto de morir, pero con su último suspiro puso por nombre al niño Benoni (que significa «hijo de mi tristeza»). Sin embargo, el padre del niño lo llamó Benjamín (que significa «hijo de mi mano derecha»). (Génesis 35:18 NTV).

Cuidemos nuestras palabras porque la forma en que hablamos destruye o edifica nuestra fe, y alienta o desalienta a otras personas cercanas a nosotros.

 

“La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias”. (Prov. 18:21).

Jacob no quería que su hijo recordara toda su vida que su madre había muerto cuando él nació trayendo tristeza a la familia, así que le cambió el nombre y lo llamó “hijo de mi mano derecha”. Él quería que cada vez que lo llamaran por su nombre le recordaran que él era importante, que llegaría a ser grande. Lo veía por los ojos de la fe y así lo llamaba.

Llamemos las cosas por la fe como podrían ser, como deberían de ser, y como Dios dice que son. (Aunque todavía no sean).

 

“(Dios) que llama las cosas que no son como si ya existieran” (Romanos 4:17 NVI)

 

Raquel estaba a punto de morir, pero con su último suspiro puso por nombre al niño Benoni (que significa «hijo de mi tristeza»). Sin embargo, el padre del niño lo llamó Benjamín (que significa «hijo de mi mano derecha») (Genesis 35:18 NTV).

Piénsalo:

¿Has bendecido con tus palabras a tus hijos o los has maldecido? ¿Por lo general, tus palabras alientan o desalientan a los demás? Decídete esta semana a edificar a tu familia con tus palabras.