NO TODO ME CONVIENE
¿Me es permitido hacer tal cosa? ¿Por qué, si Dios no lo prohíbe?
A veces argumentamos con esta pregunta para justificar algún mal hábito, un pecado o una actitud en nosotros. Por ejemplo, no hacer ejercicio, comer comida chatarra o despilfarrar nuestro dinero.
Pero la pregunta más correcta debería de ser ¿Me conviene tal cosa? ¿Me es de beneficio?
Dios no dice que sea pecado tener un carro nuevo, en efecto es algo muy bueno, pero si eres una persona llena de deudas, lo cual está ocasionando fricción a tu hogar y no te permitirá enviar a tus hijos a la universidad, o que no te dejan ofrendar a Dios, entonces, aunque te sea permitido, es algo que no te conviene.
Recuerda que todo es lícito, pero no todo te conviene.
Tampoco te dice como debes de alimentarte, o si es pecado fumar o no, pero abusar del azúcar, de la grasa, de las harinas o el uso de la nicotina provoca enfermedades que nos reducen los días y la capacidad de disfrutar la familia y servir a Dios.
Antes de actuar siempre piensa ¿me conviene tomar esta decisión? ¿Es lo mejor para mi vida y la de mi familia?
Piénsalo:
¿Es lícita toda práctica que tienes en tu vida? ¿Te conviene seguir con ese hábito?
¿Qué estás dispuesto a dejar, hacer o cambiar hoy para que todo lo que hagas te convenga y beneficie?